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miércoles, 8 de diciembre de 2010

Cuando de fiebre se trata

Neutropenia febril. Cosa´e mandinga. A veces, uno comienza a adquirir un cierto bagaje de términos técnicos de los que no sabemos muy bien la cuantía y extensión, el campo semántico al que pertenece ni todos aquellos conceptos con los que se relacionan.
Madre, maestra, bibliotecaria, estudiante podía conocer un amplio espectro de conceptos tales como: dermatitis del pañal (ligado a picazón, ardor, llanto, pomada de aceite de bacalao); competencias cognitivas (ligadas a exporación, experimentación, acomodación, adapatación); descripción bibliográfica (ligada a documentos, registros, visualizaciones, fotmatos) y hasta patria potestad (ligada a hijos, padres, derechos, obligaciones). Pero la primera vez que escuchás neutropenia febril, sólo comprendes fiebre (la causa que sin dilaciones te llevó a la consulta prescrita y posterior internación), el resto es una palabra vacía de significación.
Paulatinamente, este significante -neutropenia febril- comienza a tomar forma dentro de un campo semántico, con el que se relaciona y condiciona: policultivos (pis, saliva, caca), hemocultivos (x2) y de brazos distintos, muestra para hemoterapia, vía periférica o habilitación de cateter, antibióticos, medios mecánicos (pañitos fríos), antifebriles, transfusiones, control, registro y espera.
La fiebre es una especie de imagen mental amorfa, un velo negro, que ensombrece  la rutinaria vida de todo padre. Basta dos líneas de más para esfumar hasta las sonrisas más confiables y persistentes.
-48 hs. para ver su evolución- sentencia largas horas de espera, infinita espera, al lado de la cama del paciente, tomando su mano pequeña, calmando el dolor de cabeza con palabras de pronto alivio, colocando paños fríos en las zonas más calientes (medios mecánicos), tomando nota de todos y cada uno de los registros febriles sólo para comenzar a sentir una menor preocupación en forma inversamente proporcional al mayor lapso de tiempo transcurrido entre registro y registro.
Cuando finalmente la fiebre cede, la actividad habitual retorna, el apetito vuelve, las ganas de jugar, de compartir y comienza la carrera de mejoría hasta el tan ansiado regreso a casa.

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