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miércoles, 29 de diciembre de 2010

La fuerza de la amistad

Era su tercera internación. El cansancio se apoderaba de ese pequeño cuerpo.Acurrucado, perdido en la inmensa cama, sin hablar, sin mirar, sin contestar, allí quedó tratando de acomodarse a este nuevo cuerpo que le pedía mucha fortaleza. Así transcurrieron los días. Los antibióticos comenzaron a hacer efecto rápidamente, a las 24 horas la fiebre era esporádica, los controles de líquidos eran normales, comenzaban a subir los rojos, los blancos, las plaquetas, el milagro de la medicina volvía ese pequeño cuerpo a intentar un equilibrio. Su cuerpo revivía, su alma se apagaba. Si había tenido una esperanza de sentirse como el de antes cuando salió de su segunda internación, ahora habían muerto.
En un silencio sepulcral transcurrían los días en esa sala de aislamiento, solo por decisión propia, sin querer ver a nadie, sin querer tocar nada, sin querer escuchar nada, sin juegos, ni juguetes, sin cuentos, ni canciones, acurrucado, dejando que el tiempo se lo lleve. Nada ni nadie podía sacar la angustia, ni él mismo sabía cómo iba a acomodarse, seguía ciego, y no parecía haber tiempo ni remedio para esta situación. Cómo jugar? No lo sabía, ni se animaba. Los jueguetes y regalos se iban acumulando en la punta de la cama, esperando animarse a ver de qué se trataban, era un niño que ya no jugaba. Hacía dos meses que no jugaba, no se relacionaba con los juguetes, no sabía qué hacer con ellos. Todos nuestros esfuerzos fueron en vano. No quería, se negaba.
Una mañana, entre tantas visitas no recibidas, hubo una muy especial y me dijo: -Vengo a ver a Joaco, le traigo un recado de su amigo, le manda su Power Ranger preferido, se lo dás? Mi ya tan repetida respuesta- Gracias, pero no quiere ver a nadie y no quiere ni agarrar lo que le traen. Pero la fuerza de la amistad, une lazos invisibles, logra los imposibles, rescata a los desesperanzados, calma las ansiedades, y por qué no intentarlo? -Por qué no entrás vos y  lo intentás? Tal vez, ni yo sabía el desafío de lo que estaba pidiendo, que sólo el poder de una gran amistad, acalló los propios miedos y se animó a enfrentarse a sí misma.
El chirriar de la puerta sacó de su estado somnoliento a Joaquín. El "Mirá quién vino a verte?" fue tajantemente cortado por un "ya te dije que no quiero ver a nadie". Rápidamente, sin pensar, sin rodeos, sólo con la fuerza del amor, la enviada cortó su queja y le dijo: - Tu amigo te manda un regalo.
No importaba ser ciego, estar dolorido, aterrorizado, aislado de miedo. No había que explicar nada. Su amigo estaba y era el de siempre. La barrera mostraba una grieta y por allí pasaba Joaco, el que siempre había sido, el que jugaba, se reía y divertía. Una suave sonrisa se dibujó en su cara, sus ensombrecidos ojos chispearon y sus manitos involuntarias se alargaron hacia la dirección de esa voz suave conocida, que lo había calmado tantas veces, había sido fuente de alegría, de compartir, de planear, de imaginar, de soñar, y a través de la cual, podía volver a soñar con un mundo de juego, la normalidad de un mundo conocido.
Con sus pequeñas manos, abrió el paquete de su amigo, recorrió todo el muñeco con sus deditos, descubrió sus secretos, preguntó por sus colores, probó sus movimientos, experimentó los ruidos que hacía al caer en la cama, en el piso, en la mesita, al chocar con otro. Inmediatamente, todos aquellos objetos que habían quedado relegados al pie de cama, eran explorados por las cada vez más audaces y experimentadas manitos, descubriendo sus detalles, sus usos, sus posiblidades, comenzando a disfrutar nuevamente del juego simbólico que había perdido entre pinchazo y pinchazo.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Palabras de papá


Hola Joaco, todavía no puedo entender que no estés acá cada día que pasa se me hace mas difícil pilotearla. Es la primera vez que te escribo y veo esa sonrisa tan hermosa que se me cae una lágrima, hemos pasado tantos tiempos tan hermosos que solo vos y yo sabemos lo bien que lo hemos pasado. Acá en casa siempre hablamos de vos, tus hermanas te extrañan un montón, mamá está al pie del cañón con el blog, no hay día que no entre a tu página, como siempre pesada ya lo sabemos. Bueno hijo es la segunda navidad que no vamos a estar con vos, solo nuestro corazones saben cuanto te extrañamos. Te amo joaco papaaaaaaaaaá

Con Marquitos

Después de una larga noche de pesca, desayuno de por medio, se fueron al muellecito a escuchar el lento paso de las lanchas por el río.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Cuando de fiebre se trata

Neutropenia febril. Cosa´e mandinga. A veces, uno comienza a adquirir un cierto bagaje de términos técnicos de los que no sabemos muy bien la cuantía y extensión, el campo semántico al que pertenece ni todos aquellos conceptos con los que se relacionan.
Madre, maestra, bibliotecaria, estudiante podía conocer un amplio espectro de conceptos tales como: dermatitis del pañal (ligado a picazón, ardor, llanto, pomada de aceite de bacalao); competencias cognitivas (ligadas a exporación, experimentación, acomodación, adapatación); descripción bibliográfica (ligada a documentos, registros, visualizaciones, fotmatos) y hasta patria potestad (ligada a hijos, padres, derechos, obligaciones). Pero la primera vez que escuchás neutropenia febril, sólo comprendes fiebre (la causa que sin dilaciones te llevó a la consulta prescrita y posterior internación), el resto es una palabra vacía de significación.
Paulatinamente, este significante -neutropenia febril- comienza a tomar forma dentro de un campo semántico, con el que se relaciona y condiciona: policultivos (pis, saliva, caca), hemocultivos (x2) y de brazos distintos, muestra para hemoterapia, vía periférica o habilitación de cateter, antibióticos, medios mecánicos (pañitos fríos), antifebriles, transfusiones, control, registro y espera.
La fiebre es una especie de imagen mental amorfa, un velo negro, que ensombrece  la rutinaria vida de todo padre. Basta dos líneas de más para esfumar hasta las sonrisas más confiables y persistentes.
-48 hs. para ver su evolución- sentencia largas horas de espera, infinita espera, al lado de la cama del paciente, tomando su mano pequeña, calmando el dolor de cabeza con palabras de pronto alivio, colocando paños fríos en las zonas más calientes (medios mecánicos), tomando nota de todos y cada uno de los registros febriles sólo para comenzar a sentir una menor preocupación en forma inversamente proporcional al mayor lapso de tiempo transcurrido entre registro y registro.
Cuando finalmente la fiebre cede, la actividad habitual retorna, el apetito vuelve, las ganas de jugar, de compartir y comienza la carrera de mejoría hasta el tan ansiado regreso a casa.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Animarse a más

Flaco, alto, pelado, con pocos rojos, inmunosuprimido, bajo de plaquetas y  ciego.    

                                          


- ¿¿¿Le pediste permiso a Mercedes???