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viernes, 16 de octubre de 2009

Con Isa


Estabas cansado, íbamos una o dos veces por día al hospital. Cada vez te costaba más todo. No podías caminar y ya no podías hacer pis. En horas cambiaba todo, te hacía masajitos para poder hacer pis, te ponía paños fríos o estábamos horas en la bañadera. Hasta que no pudimos más y Mercedes dijo que teníamos que ponerte la sonda. Se tapaba. Te la pusieron en Onco, en Guardia, en el servicio de Nefro, dos veces más en Onco. No queríamos torturarte más. La cuidábamos a la sonda, la limpiábamos, te dábamos mucho líquido para que estuviera en funcionamiento permanente, pero la guacha se tapaba igual. Y te llevábamos y todo otra vez. Te dolía el cuello, y encima la panza.
Finalmente tuvimos que aprender a sondarte en casa. Fue un alivio, saber que todavía algo podíamos hacer para que te sintieras un poquito bien. Pero, ya casi no sonreías...

miércoles, 14 de octubre de 2009

Haciendo jugo de naranja

Te sentamos en la cocina con muchas almohadas. Te hiciste el juguito de naranja que tanto te gustaba. Te dolían mucho los brazos, pero te las ingeniaste para que todos pudiéramos tomar jugo fresco. Te robamos algunas sonrisas.
Como cada día de tu vida, estabas hermoso.

martes, 13 de octubre de 2009

Acompañado por tus hermanas

Paulita y Luz volvieron del jardín desesperadas por verte. Nos habíamos ido al hospital temprano, seguro que Mercedes nos iba a decir algo. Ella tenía las palabras justas para todo. Te tuvieron que hacer punción de médula. Ya sabíamos que no iba a ser fácil. La "dormilona", el pinchazo, Mercedes se quedó con vos todo el tiempo. Esperamos que te despabilaras, Mercedes nos dijo que volviéramos al día siguiente, que te quedaras jugando con los abuelos en casa.



Paulita llegó del jardín con una sorpresa: traía a Pancho del jardín, el muñeco que visitaba todas las casas. Jugaron mucho, le cambiaron los pañales, le pusieron el pijama, le cambiaron la ropa, le dieron la mamadera.



Con Pancho

El muñeco Pancho te robó las últimas sonrisas. -Papá, sos abuelos!!!!!  Soy pap, papá- nos gritabas desde la cama y nos mostrabas a Pancho que hacía las veces de tu hijo.







Antes de jugar con Pancho, fuimos a la simulación de los rayos. Vos sabías que te iban a pinchar. Nos preguntaste en el auto, te dijimos que creíamos que no que íbamos a ver, que seguro usaban los otros tatuajes. Pero entraste, nos hicieron salir, pero llorabas y estabas asustado, papá no aguantó más y se metió, les dijo que no más tatuajes, que usaran los que ya tenías. Te pusiste contento porque no te iban a pinchar más. Usaron los que pudieron hacer y los que ya tenías. Saliste igualmente enojado, estabas podrido: - Otra vez, los rayos, las quimios, los tatuajes, cuándo me voy a curar? Y no teníamos respuestas, por primera vez en la vida, sabíamos que no teníamos respuesta o la respuesta que sabíamos no era la esperada.

lunes, 12 de octubre de 2009

Tus últimos pasitos


Te vimos dar tus primeros pasitos, allá por el 2003, en la semana santa. Estaban la tía Isa, la tía Paula y nuestra amiga, Laura, que nos habían venido a visitar. Víviamos en Entre Ríos. Tenías 13 meses, el gato negro te daba vueltas.


Todavía tengo las fotos de esos primeros pasos tuyos, junto con tus primeras palabras: abuua y paca. Cuando veías una vaca, venías gateando rápido te parabas agarrado de las piernas y nos mostrabas la PACA, esos bichos blancos y negros grandotes que hacen MUUUU. Por suerte ya podías salir corriendo cuando veías las vacas.



Te vimos dar tus últimos pasitos. Las chicas dormían, descansabas en el sillón del living. Papá y yo estábamos en el patio y el viento cerró la puerta. No teníamos como entrar. Estabas cansado, te dolía mucho el cuerpo y costaba calmarte el dolor. Recién era el segundo día de morfina, te picaba el cuerpo, te costaba dormirte.


Te llamamos despacito por el vidrio, te dijimos:- Joaco, te animás a abrirnos? Y vos te sentaste despacito, apoyaste tus bracitos débiles en los apoyabrazos, hiciste fuerza y pudiste ponerte en pie. Las piernas no te sostenían, las veíamos temblar del otro lado del vidrio, teníamos miedo que te cayeras al piso, pero dijiste:- Papi, ya voy. Te sostuviste de la mesa de la tele, y te largaste para cubrir los dos pasos que había hasta la puerta sin sostén y llegaste, accionaste el picaporte y nos abriste. Papá te alzó a upa y volvimos al sillón los tres juntos.
Después no volviste a sentir nada en los pies.