Páginas

viernes, 16 de octubre de 2009

Con Isa


Estabas cansado, íbamos una o dos veces por día al hospital. Cada vez te costaba más todo. No podías caminar y ya no podías hacer pis. En horas cambiaba todo, te hacía masajitos para poder hacer pis, te ponía paños fríos o estábamos horas en la bañadera. Hasta que no pudimos más y Mercedes dijo que teníamos que ponerte la sonda. Se tapaba. Te la pusieron en Onco, en Guardia, en el servicio de Nefro, dos veces más en Onco. No queríamos torturarte más. La cuidábamos a la sonda, la limpiábamos, te dábamos mucho líquido para que estuviera en funcionamiento permanente, pero la guacha se tapaba igual. Y te llevábamos y todo otra vez. Te dolía el cuello, y encima la panza.
Finalmente tuvimos que aprender a sondarte en casa. Fue un alivio, saber que todavía algo podíamos hacer para que te sintieras un poquito bien. Pero, ya casi no sonreías...