Páginas

jueves, 18 de enero de 2007

Debe ser de día porque calienta el sol

Despertar en casa. A pesar de miles de ideas rondando por la cabeza, nada en concreto y todo oscuro, despertar en casa, compartir el colecho (MARTÍNEZ 2010) hace parecer que en algún punto todo empieza a mejorar.
El desayuno, principal comida de un niño en pleno crecimiento, es el talón de Aquiles de los padres. Si sólo desayunara bien, sería un comenzar de nuevo. La leche caliente con chocolate y azúcar como siempre le gustaba, con las galles, o el pan con manteca o la de agua con mermelada o las marineras con queso blanco, o un yogur, o un postrecito, o algo. La ya tibia leche esperando al lado de la mesita de luz, junto a la batería de remedios (analgésicos, antibióticos, antiinflamatorios condición sine qua non para salir de alta), todo cerquita esperando el primer bocado, la piedra angular que diera rienda suelta a la esperanza, una vez más. Niño que se aliementa, es un niño sano.
La ya fría leche esperando en la misma mesita de luz. -Agarrá la leche, dale unos sorbitos, vas a ver qué rica. -Mirá la mesita de luz, está llena de galletitas. -Mirá el Danonino que tanto te gusta. ¿Querés los dibujitos? Te pongo los dibus, seguro está Bob el constructor. ¿Estos te gustan?¿Cuál dejo? Mirá los backgardigans.... ¿Cuál pongo? Este o este???
¿Te duele la pancita? ¿Cuidado con los hilitos de la costura, viste los hilitos en tu panza? Ahora te parecés al abuelo, parece una herida de guerra. La viste?? No la toques.
Comé el yogur, o la leche o la galle o... -Mamá, no jodás más, no ves que no la veo. -Qué no ves!! Al lado tuyo, dale, basta cortala, hay que comer algo, tomar la leche, que hace un día hermoso. Lula, abrí la ventana que tu hermano quiere más luz. Y ahora?? dale, cortala no hay más excusas.
El despertar no había sido ni mucho mejor, ni más alentador. Eran las 10:00 de la mañana, había descansado bien. No se había quejado de dolor, parecíamos encaminados. Qué pasaba? Estaba enojado? Estaba haciendo el "manejo" que decía la doctora que nos había dado el alta en rebelión a tantos días de internación?? Sin vueltas, sin dudar, lo tomamos en nuestros brazos, porque todavía no podía caminar, estaba muy débil (seguramente tantos días internado, recién operado, sin querer comer), nos pusimos a pleno rayo de una calurosa mañana de enero:
-Y Joaco, es de día o de noche?
- Debe ser de día porque calienta el sol.
Y lo que parecía ser un nuevo comienzo, comenzaba siendo otra larga peregrinación por un sistema de salud sin ética, lleno de incompetentes, en el que no encontrábamos cabida.



MARTINEZ, Elda Cecilia. Mi hijo y yo... en la lucha contra el cáncer [en línea] Asunción (Paraguay): Blogger, marzo 2009. Actualizado 22 nov 2010 [citado 23 nov 2010]. Dormir con los hijos.
Disponible en: http://laluchacontraelcancerdemihijo.blogspot.com/2010/11/dormir-con-los-hijos.html




lunes, 1 de enero de 2007

Algo no andaba bien

Era 1º de enero del 2007, comenzaba un nuevo año. Como todos los años nos fuimos a Entre Ríos. Toda la familia y los amigos. Con gran alegría esperábamos un nuevo año, dejábamos atrás un largo año, cansador, agotador, de laburo, parecía más cansador que otros años. Nos pesaban las piernas, nos dolía el cuerpo. Y digos "nos dolía" porque todos sentíamos el cuerpo batallado por un largo año, se iba el 2006, año de alegría, nacimientos, había llegado la Pauli, la chiqui, comenzaba a gatear,balbuceaba sus primeras palabras, tocaba todo, se comía todo, rebotaba por toda la casa, todavia no iba al jardín. Luz terminaba su 2º grado, como siempre con honores, llena de sobresalientes, con autonomía, con dedicación, iba a gimnasia. Y vos, Cuchi (como te decíamos en casa desde que habías tenido de mascota la ranita en el baño del campo), terminabas tu salita de cuatro con la seño Vivi. Radiabas hermosura, vivacidad, eras campechano, te habías criado entre las vacas de la Matilde, en la pulpería de don Manuel, entre los fierros del Yuli. Pero no aprendías los colores. Al principio la seño nos decía que te costaba ajustarte a las normas, la vida libre del campo -decíamos- le cuesta adaptarse. Después, a fin de año empezamos a pensar en una escuela Waldorf, te estaba costando adaptarte, se te gastaban las pilas, estabas callado, y apoyabas tu cabecita en el regazo de Vivi. Hablé con ella, si era cierto, parecía que te aburrías, que te hacían falta las plantitas, las ranitas, las vacas, la lluvia, el pasto. Y estábamos cansados, en marzo empezaríamos todos con ganas, de nuevo. La docencia es así, todos llegamos arrastrándonos a fin de año, sin darles bola, corrigiendo, cerrando notas, haciendo boletines, elaborando un concepto escrito del alumno que resuma todo el año, el registro en casa (no se debe), la evaluación del PEI (Proyecto Educativo Institucional), hoy ya cambió, ahora es sólo PE (Proyecto Escuela) lo que no cambíó es qie seguimos sin darle bola a nuestros hijos porque es fin de año. En enero vamos a jugar con ellos para que no se sientan desplazados por la nueva hermanita, ah!! cierto había una bebé, que tomaba teta, tenía  8 meses, y mamadera, porque después de la jornada completa ni sueñes con tener una gota de leche, y el Instituto, para capacitarnos, sino más adelante nos van a decir VAGOS, y..,y .. y bue, al fin diciembre. Te quedabas dormido en el taller de las telas del abuelo, mullido entre los kilos de algodón, ni hablar cuando era percal. Una fiesta, cuando llenában el patio de vellón. Todos daban vueltas por la casa, el Panda, la tortuga entraba en su etapa de celo, pero ni la Manuelita (que resultó Manuelito) lograba tenerte en vigilia. Religioso, a las  8 te quedabas dormido. Pero bueno, Luz tuvo pila de sobra siempre, siempre y Paulita era chiquita, seguro que las siestas le cargaban las energías.

Pasó la Navidad, llegó año nuevo y nos fuimos a respirar aire puro, a estar en familia, pescar. Te levantabas con todas las pilas, tomabas la leche y empezabas a correr, pasto, árboles, sol, pile, agua, saltos, ya metías la cabeza, salías, pegabas unos saltos y hacías volteretas anets de voler a perderte entre el agua revuelta y salías morado, obviamente porque el agua estaba fría, y así hasta las 8. Religiosamente, a las 8 te dormías. Todos los demás niños seguían jugando, cansados, caprichosos, con berrinches, pero vos simplemente caías rendido.
Y empezaron los dolorcitos en la espalda, atrás, acá mami. Corriste mucho, te cansaste. Y vino, una febrícula. Insolación- mucho líquido, dieta y nada de sol. Pero cada tanto, a las perdidas, volvía: me duele pero ahora acá, al costado de la pierna. -Lo tendría que ver un traumatólogo.
Y nos volvimos.