Durante estos tres años viví al ritmo de tus sonrisas. No sé cómo siempre tenías una sonrisa para darnos. Todas la sonrisas en las que te retrato, volvíamos de una quimio, un pinchazo, una anestesia, un "tatuaje", los rayos, o habías estado volando de fiebre, o con innumerables vómitos, con cansancio, malestar, diarrea, dolor de cabeza, dolor de panza, de espalda o de hueso, pero siempre cuando se terminaba nos dabas tu mejor sonrisa. Al lado nuestro siempre estaba tu "Hombrecito del azulejo"
Esas sonrisas eran las que nos daban las ganas para seguir luchando a la par de ellos...tanto dolor tanta angustia y sin embargo siempre una sonrisa a flor de piel para nosotros...esos seres increíbles que tienen la capacidad de saber sonreír frente a la adversidad...Carola les mando un fuerte abrazo...Marce y More.
ResponderEliminar