Durante estos tres años viví al ritmo de tus sonrisas. No sé cómo siempre tenías una sonrisa para darnos. Todas la sonrisas en las que te retrato, volvíamos de una quimio, un pinchazo, una anestesia, un "tatuaje", los rayos, o habías estado volando de fiebre, o con innumerables vómitos, con cansancio, malestar, diarrea, dolor de cabeza, dolor de panza, de espalda o de hueso, pero siempre cuando se terminaba nos dabas tu mejor sonrisa. Al lado nuestro siempre estaba tu "Hombrecito del azulejo"
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Acabo de encontrar tu blog porque me sigues en twitter, por lo que veo Joaquin está en el cielo con Papá Dios.. no se la historia completa, pero se me pusieron los ojos aguados.. tanto por él, como por ti!. SE ve que a pesar del dolor y tantos tratamientos Joaquín vivió una vida llena de amor.. Que Dios te bendiga y te de la paz que necesitas para sobrellevar semejante dolor..
ResponderEliminarlo siento mucho! que dolor por dios! desde donde estoy te mando muchas fuerzas yo tambien tengo un hijo y no podria vivir sin el admiro tu fuerza para seguir! besos! cinty
ResponderEliminar